La semana pasada disfruté enormemente con la presentación del último libro de Sebastián Álvaro “MIS MONTAÑAS. TODA UNA VIDA AL FILO DE LO IMPOSIBLE”. El evento celebrado en el marco incomparable del Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología, contó con un lleno absoluto, de apasionados de la montaña, el alpinismo y la naturaleza. La ocasión lo merecía. Sebastián Álvaro ha protagonizado durante más de tres intensas décadas multitud de expediciones por todo el globo. Escritor, periodista y montañero, es un hombre que transmite pasión, siendo imposible mantenerte imperturbable ante sus palabras.
Ha dedicado su intensa vida a escalar cientos de cumbres, algunas en los lugares más remotos e inaccesibles de la Tierra. Aventuras comprometidas, sacrificadas y con un indudable nivel de riesgo. Es difícil no aseverar que es una existencia “al filo de lo imposible”, lo que ha convertido a nuestro protagonista en un referente del alpinismo y de la aventura a nivel internacional. De lo que nadie duda es de que con su programa de televisión “Al Filo de lo Imposible” inoculó esta pasión a todos los hogares de nuestra nación.
Sebastián Álvaro siempre destaca que tuvo la suerte de contar con un equipo integrado por los mejores. El amplio elenco de profesionales, desde especialistas, técnicos y guionistas siempre dieron todo de sí, con la máxima entrega e ilusión. Por eso, el programa logró filmar algunas de las aventuras y expediciones más arriesgadas realizadas hasta el momento; destacar la ascensión de los 14 “ochomiles”, los inexpugnables picos que superan los 8.000 metros, hasta las travesías a ambos Polos, o varias en el mar austral o la Patagonia. Por si acaso nos sabe a poco, tener presentes el cruzar la cordillera de los Andes en Globo, o las épicas rutas por el Gran Mar de Arena o el desierto del Taklamakán.
Todos sus documentales son una reflexión sobre el mundo interior del hombre situado al límite de sus posibilidades. De un ser, inmerso en la naturaleza pero en su versión más agreste y genuina. Todos sus trabajos son una llamada de atención sobre la conservación del medio ambiente y la preservación de la diversidad cultural de los últimos rincones perdidos de la Tierra. Pero desde una perspectiva genuina, del que saborea lo auténtico. Todos los trabajos que ha dirigido resaltan los mejores valores deportivos, como son el trabajo en equipo, la capacidad de superación y el esfuerzo por conseguir retos considerados imposibles.
Es evidente que el bagaje de nuestro protagonista es incuestionable, pero no es lo que más me llamó la atención en su interesante presentación. “La montaña es una llamada a la soledad y a la belleza, por eso cuando la cambian se desnaturaliza, y con ella el sentimiento” comentó. Aquí emparejamos el termino soledad, con el valor de la libertad. Por eso, que la soledad esté amenazada significa que, en el mundo moderno hiperconectado, es cada vez más difícil encontrar espacios de introspección y paz interior. Esa conexión con la creación más genuina genera una valiosa conexión con lo sagrado, con lo trascendente.
Las altas cumbres se transforman en refugio: Ante la atenazante intromisión del sistema, la montaña adquiere un valor especial como el «lugar remoto» que aún ofrece la posibilidad de «perderse en el sentido positivo», es decir, de reconectar con uno mismo y con la naturaleza, lejos del ruido y las banalidades sociales. La montaña se presenta no solo como un hecho físico, deportivo o económico, sino como un sentimiento. “En estos tiempos de cierto relativismo moral, ‘El sentimiento de la montaña’ marca una ética de comportamiento”, siempre matiza Sebastián Álvaro.
En esta línea, las referencias a montañeros de la talla de Maurice Herzog o Walter Bonatti eran desfiladeros por los que era necesario transitar. En especial, y desde la perspectiva más romántica del alpinismo, la emblemática figura del italiano Bonatti. Figuras muy alejadas de actuales “coleccionistas de experiencias” o de “adictos a la adrenalina”. Las palabras de Sebastián Álvaro me recordaron muchísimo al pensamiento de Julius Évola en su paradigmático texto “Meditaciones en las Cumbres”.
Ya se ha convertido en algo habitual en mi vida, que conocer a personas tan interesantes, con tanto que aprender, me vienen de la mano de mi amigo Javi Cruz. En Canarias, en el ambiente montañero, y también en la organización de viajes de aventura, ya es un consolidado referente desde hace años. Un hombre muy conocido, tanto por sus éxitos, sus aventuras, su humanidad, y sobre todo por su candorosa humildad.
Nunca he destacado en ningún deporte, siempre he sido del montón…y no pasa nada. Pero sí puedo captar, y admirar desde mi lugar, lo increíble de todo lo relacionado con los lugares más inaccesibles y hermosos que preserva la creación. La llamada de las cumbres tiene un valor de exaltación. La disciplina del cuerpo y de los nervios, el valor lúcido, el desprecio heroico de la comodidad, la exacta noción del peligro, el espíritu de superación y de conquista: todo eso es desarrollado por la práctica del montañismo siempre que la aventura no quede reducida a una búsqueda de sensaciones o al mero interés técnico por el ascenso de una nueva vía.
Gracias a Javi Cruz he conocido de primera mano a un hombre como Sebastián Álvaro. Gracias a Javi he tenido la oportunidad de conocer a uno de los más grandes montañeros como es Juanito Oiarzabal, disfrutando de sus historias y experiencias, y de su particular forma de relatarlas. Gracias a grandes hombres como él, aprendo, aunque mal y tarde, que la humildad es saberse pequeño, insignificante, reconocerse perdido, y acercarse al otro como a un maestro. Con la edad, y sé que hay personas que no me van a creer, estoy aprendiendo a escuchar, y para ello hay que entender y confiar. Opinar menos, callar más, retornar al mérito, respetar al que sabe más, apagar el móvil y no encender la tele… relajarse un poco, ponerse en manos de algo superior y disfrutar con la envolvente belleza de amaneceres como los descritos en AL FILO DE LO IMPOSIBLE durante años.
Pues eso. Gracias AL FILO DE LO IMPOSIBLE, gracias a gente como Sebastián Álvaro, y más cercanamente a nuestro Javi Cruz, podemos acercarnos un poco más a lo más elevado de nuestro mundo. Gracias.
Luis Nantón Díaz
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SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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